El sistema de relaciones laborales fruto de la negociación colectiva que hemos construido en Euskadi está en juego. En riesgo cierto de disolverse como un azucarillo. Y lo está por más de una causa. Interactúan causas y causantes, y no querer verlo o mirar el dedo cuando señala la luna, será responsabilidad de cada parte.
Digo esto al hilo de una carta abierta que un compañero del metal de LAB me remitía en estas mismas páginas y que estaba planteado desde los viejos esquemas previos a la reforma laboral.
Han cambiado las preguntas: el marco en el que se desarrolla la negociación colectiva. Y eso implica resituar algunas cosas desde un interrogante previo: ¿Queremos tener un marco de negociación sectorial que proporciones una tasa de cobertura de convenio colectivo alta? O sea ¿Queremos que un porcentaje por encima del 80% de personas en Euskadi tengan un convenio de referencia? Porque hay quien sí quiere, y hay quien no quiere.
Es más, las dinámicas de la negociación colectiva en Euskadi no han cambiado sustancialmente desde la reforma laboral hacia aquí. Lo que han cambiado son las consecuencias de esas dinámicas. La renovación de los convenios siempre ha sido lenta, y la tasa de cobertura de cada sindicato en función de los convenios que saca adelante siempre ha arrojado datos “sorprendentes”. Veamos
La norma legal previa a la reforma laboral de Rajoy, hacía que los convenios colectivos tuvieran una vigencia indefinida, salvo que se pactara lo contrario. Ahora en cambio, tenemos una norma que limita la vigencia del convenio a un año tras su finalización, salvo pacto distinto.
Esa norma otorgaba al convenio sectorial, cuando era suscrito por mayoría de partes, un efecto de aplicación general de mínimos. Es decir que las empresas y personas asalariadas de tal sector contaban con la red de seguridad sectorial, y la negociación de convenios en las empresas se hacía “a ganar”. Ahora la norma permite abrir convenios en las empresas que empeoren las condiciones salariales (y de otro tipo) marcadas en el sector.
En las causas de inaplicación del convenio tenían un proceso y unas causas para poder hacerlo, relativamente garantistas. Ahora las causas se han abierto muchísimo y el procedimiento para poder hacerlo tendrá una resolución cierta a través de una comisión creada por el Gobierno Vasco en cumplimiento de la norma estatal.
En resumen, el convenio ha pasado de ser una especie de ley de aplicación básica y modificación a la baja complicada, a ser una especie de contrato, con riesgo de desaparición si no se renueva (como cualquier contrato) y con modificación a la baja mucho más sencilla.
En el anterior sistema la tasa de cobertura de convenios (porcentaje de personas asalariadas con convenio de referencia) era alta y podíamos hablar de la red sectorial como una metáfora bastante ajustada.
En la actual situación CCOO ha diagnosticado algunas cosas del 7 de julio hasta aquí, y en base a ese diagnóstico hemos planteado una receta para curar una negociación colectiva en serio peligro de muerte o momificación.
¿Qué hemos detectado? En primer lugar lo obvio. Más de 300.000 personas tienen sin renovar su convenio. ¿Es esto nuevo en Euskadi? No, no lo es. Casi siempre ha sido así, lo que ocurre es que ahora ese retraso puede provocar la desaparición del mismo convenio y del ámbito negocial.
¿Qué más hemos visto? Que existen posiciones enormemente duras en las negociaciones sectoriales que luego son posiciones mucho más flexibles en las negociaciones en la empresa. Y hemos pensado ¿Esto por qué ocurre? ¿No es más lógico una mayor flexibilidad en el sector para garantizar una amplia tasa de cobertura a la gente, y afinar más en la empresa en función de la realidad económica y la correlación de fuerzas en la misma? Pues parece que no lo es.
Y como nos conocemos todos, hemos llegado a una conclusión clara: hay quien pretende bloquear la negociación en los sectores y situar en la empresa el centro de gravedad de la negociación.
Si se miran los datos históricos se observa que año tras año ELA ha sido el sindicato que ha firmado más convenios pero el que menos cobertura daba con sus firmas. Exactamente lo mismo que ahora, sólo que ahora este hecho tiene consecuencias mucho más lesivas.
Y es en esta situación donde hay que situarse. ¿Cómo lo importante es mantener la herramienta, el convenio, estamos hablando de firmar a cualquier precio? Ni mucho menos. Estamos haciendo una propuesta que habla del mantenimiento de los cuerpos de derechos que hemos construido con los años; de incrementos salariales que permitan recuperar poder de compra; de procedimientos equilibrados que hagan que cuando se pretenda dejar de aplicar un convenio sea porque hay motivo económico, que salve empleo y empresas, y eso lo hagamos, siempre o casi siempre, en los procedimientos extrajudiciales de los que nos dotemos.
Hablamos en definitiva de un acuerdo de transición que durante 2014 y 2015 nos dé margen para hablar de modelo de relaciones laborales en Euskadi.
Porque el otro discurso, el que dice que lo de menos es el ámbito de negociación y lo de más “los contenidos” tiene una curiosa analogía (además de ser una excusa como vemos al analizar lo que de verdad se está firmando en las empresas). Si habláramos de un derecho (por ejemplo la salud) donde alguien dijera: “lo importante no es que sea universal y llegue a pueblos, barrios y ciudades mejor o peor comunicados, sino que donde se dé, se dé bien. Y para que se dé, lo que hay que hacer afiliar a la gente a la salud” seguro que interpretaríamos que algún neoliberal nos está hablando de sanidad privada, copago y segregación. Pues sustitúyase derecho a la sanidad por derecho laboral emanado de convenio; universalidad de la salud por tasa de cobertura de convenio; pueblos, ciudades y barrios por las variadísimas tipologías de empresas, y afiliación a la salud por lankidetu, y vea el cuadro. Un modelo de derechas. Muy de derechas. Cada uno sabrá donde se sitúa.
Artículo publicado en el Diario Vasco el 01-03-14