España es hoy un país más libre que ayer. Se ha derogado el artículo 315.3 del Código Penal en base al que se imputó a más de 300 personas por delitos relacionados con el ejercicio del derecho de huelga.
Ha pasado poco más de una década desde aquella apuesta por las políticas de austeridad como fórmula de enfrentar la crisis financiera desatada en el 2008. Fórmula que iba a acarrear un fortísimo incremento del paro, de la pobreza y de la desigualdad. Se emprendía un camino de reformas antisociales que -se sabía, lo sabían bien- iba a generar una fuerte contestación social. En el plano laboral en innumerables conflictos y en tres huelgas generales. En otros planos, movilizaciones de todo tipo ante el desmantelamiento del sector público o los desahucios, por citar dos.
Es en ese contexto en el que se empezaron a generalizar acusaciones absolutamente desproporcionadas, con penas de cárcel, para sindicalistas que habían ejercido de piquetes en esas huelgas. Muchos de aquellos sumarios terminaron en absoluciones, otros no, pero en todos ellos las personas acusadas y sus familias tuvieron que pasar auténticos calvarios judiciales y personales.
Se trataba de amedrentar. Al igual que con la utilización de la llamada “ley mordaza” se trataba de reprimir las expresiones de descontento social que acarreaban políticas tan injustas para una mayoría social,
Se trataba de amedrentar. Al igual que con la utilización de la llamada “ley mordaza” se trataba de reprimir las expresiones de descontento social que acarreaban políticas tan injustas para una mayoría social, que pagaba el pato de la “barra libre” que el sistema financiero internacional había tenido desde hace muchos años.
Hoy se deroga este infausto artículo tardo-franquista. Y toca agradecer. A los grupos políticos que han promovido su eliminación siendo coherentes con lo que manifestaron en aquel tiempo, cuando estaban en la oposición.
A personas y entidades de la sociedad civil, del mundo de la cultura, que se implicaron totalmente en aquella causa. Gracias Luís y Almudena, Miguel, Benjamín, Víctor y Ana, en nombre de otros muchos por estar, como siempre, donde hay que estar.
la democracia no la otorgó un grupo de notables liderados por un Rey en una partida de ajedrez entre élites, sino que fue empujada desde la parte más consciente de la clase trabajadora
Gracias sobre todo a las trescientas personas largas encausadas, por vuestro compromiso y valentía. A Katiana, a Isma y Dani, Pepe Alcázar, Enrique, Tomás, Rodolfo, Jero, Armando, Edgar y Raúl, Gonzalo y Lola, Asenjo… así hasta 300.
Gracias a quienes desde la estructura del sindicato estuvisteis dirigiendo esto: a Ignacio F. Toxo, Ramón, Empar, federaciones, territorios, Antonio, Gualda, Lillo, Baylos, Carlos Alfonso. A veces, ganamos.
Y gracias a la huelga. En España la democracia no se explica sin la huelga. Cuando era legal y cuando era ilegal. Sin la “galerna de huelgas” que tras la muerte de Franco descarriló la transición deseada; porque en España -ahora que no nos oye nadie- la democracia no la otorgó un grupo de notables liderados por un Rey en una partida de ajedrez entre élites, sino que fue empujada desde la parte más consciente de la clase trabajadora, el movimiento vecinal, estudiantil, incluso lo articulado en torno a el cristianismo de base. Porque -insisto, que no nos oiga nadie- Arias Navarro no era un demócrata. Era un cafre y un criminal, y su gobierno lo derrumbó la movilización social, su brutalidad en la represión en Gasteiz un 3 marzo y en tantas otras situaciones.
Hoy somos un poco mejor país que ayer, y miramos al futuro dejando atrás una rémora del pasado.