EL BLOG DE UNAI SORDO

Unai Sordo

Secretario General de CCOO

Los índices de afiliación sindical en España.

Extracto del libro «¿Un futuro sin sindicatos?» de la Editorial Catarata.

 

Hay que tener en cuenta que en el nivel de afiliación sindical de cada país influyen varios factores que interactúan. Una cuestión muy relevante para explicar las tasas de afiliación es el modelo de relaciones laborales y, en concreto, la eficacia de los convenios colectivos que pactan las organizaciones sindicales. En el modelo español esa eficacia es “erga omnes”, es decir, que lo pactado a través del convenio colectivo es de aplicación general al conjunto de empresas o trabajadores representados por las organizaciones que han suscrito el convenio en cuestión, siempre y cuando representen más del 50% de cada parte (patronal y sindical).

Este modelo tiene enormes ventajas para proteger y regular las condiciones de trabajo en un tejido de pequeñas y medianas empresas que de otra manera carecerían de cualquier regulación. La tasa de cobertura de la negociación colectiva en España es alta, y se fundamenta en la densidad representativa del sindicalismo. Pero a los efectos afiliativos, al aplicarse las condiciones pactadas al margen de que exista o no la afiliación sindical es un modelo que desincentiva la afiliación.

En otros países, especialmente del modelo anglosajón, la capacidad de negociar del sindicato requiere de unos niveles de afiliación previos, o incluso pueden darse modelos en los que el convenio o la norma colectiva solo se aplique directamente a quienes están afiliados a las organizaciones firmantes y, por tanto, hay, a priori, un evidente incentivo objetivo a la afiliación. Todo esto no es óbice para que en estos países se hayan dado distintas dinámicas respecto a la afiliación sindical, pues es un tema complejo y multicausal.

Existen a la vez modelos sindicales, el llamado sindicalismo de Gante, donde las organizaciones representativas de los trabajadores gestionan importantes parcelas de prestaciones o bienes sociales, como el acceso a la pensión, tramitación de prestaciones por desempleo u otras. Utilidades que suelen tener una importante consecuencia en la afiliación de los colectivos afectados (pensionistas, personas desempleadas…).

Y por último la legalidad o no de la afiliación sindical libre, que aunque pueda parecer un razonamiento de Perogrullo, no lo es teniendo en cuenta que algunas de las potencias económicas mundiales en la actualidad son muy refractarias al sindicalismo independiente, como sucedía en España hace apenas unas décadas, donde no éramos legales.

 

En España tenemos una economía que se caracteriza por el peso importante del sector servicios e insuficiente industria; por tasas de paro muy altas en el contexto europeo y con una mayor presencia de la economía sumergida; un mercado de trabajo volátil que destruye y crea empleo de forma abrupta; una enorme rotación en la contratación y una altísima tasa de temporalidad; un sistema de negociación colectiva de aplicación general para empresas y trabajadores/as, estén o no afiliados o asociadas a algún sindicato u organización empresarial; una legalidad plena de las organizaciones sindicales desde hace solo cuarenta años; en España no hay ningún servicio que el sindicato preste de forma concertada con la administración y que prime la afiliación -las fundaciones que impartieron, o imparten, cursos de formación para el empleo no pueden distinguir entre afiliados o no afiliadas en la selección de alumnos-.

En definitiva que tenemos un modelo en el que la afiliación sindical no cuenta con apenas ningún incentivo externo y por tanto debe ser la acción del sindicato, en el centro de trabajo y en la sociedad la que promueva el compromiso que supone permanecer afiliado a una organización como CCOO.

 

Con todo ello,  estamos cerca de recuperar el millón de personas afiliadas, cotizantes y al corriente de pago. De ellas, más de 415 mil son mujeres. En los últimos años y particularmente en los últimos meses CCOO ha recuperado un fuerte ritmo de incremento afiliativo neto. Estos niveles de afiliación son incomparables a cualquier otra organización política o social de cualquier tipo en un país como el nuestro.

El reto del sindicato es conseguir disminuir la rotación en la afiliación ¿Qué quiere decir esto? En contra de lo que se cree, ni siquiera en los peores años de la crisis (donde bajamos unas 200 mil personas afiliadas) las altas en la afiliación desaparecieron. Lo que ocurre es que había bajas a un ritmo más alto. Esta tendencia es ahora inversa, hay más altas que bajas.

El perfil de la afiliación ha cambiado en parte. Un porcentaje de personas que deciden afiliarse a CCOO lo hacen al calor de algún problema concreto, o cuando prevén un problema en el que van a necesitar ayuda del sindicato. Hay una afiliación “utilitarista” por llamarla de alguna manera. Que “utiliza” el sindicato a demanda cuando tiene una contingencia.

El reto es que estas personas entiendan que el valor del sindicato es resolver problemas concretos, lógicamente, pero que sobre todo es organizar gente. Esto se traduce en mayor estabilidad en la afiliación y es clave para ganar poder organizado. Lo comprobamos estadísticamente. Allí donde se ha producido la afiliación en el centro de trabajo o donde hay constituida una sección sindical, el porcentaje de afiliación y sobre todo, la estabilidad en la afiliación es mayor. Y en general se corresponde con espacios de trabajo con más derechos laborales adquiridos.

CCOO debe hacer bandera de ese silogismo. En un modelo laboral postfordista, con empresas fragmentadas y normas legales de cada vez más laxo cumplimiento, cada vez  más se va a incrementar la relación causa-efecto entre tasas de afiliación y cumplimiento efectivo de los derechos laborales. Debemos establecer vínculos, lo más permanentes posibles, con los centros de trabajo donde no es sencillo organizar “endógenamente” el sindicato -normalmente por la escasa dimensión de los centros de trabajo- y fortalecer las secciones sindicales y su vínculo con el sindicato.

 

No debemos olvidar -y a veces se olvida o se hace que se olvida- que la legitimidad sindical para ejercer las funciones que nos mandata la Constitución en el artículo 7 de su Título Preliminar, proviene de la representatividad obtenida en los procesos de elecciones sindicales. Estos procesos democráticos se producen cada cuatro años en las empresas y centros de trabajo donde son convocados –no existe la obligación de tener representación sindical elegida-, pudiendo darse estas elecciones solo en las empresas con más de 6 personas asalariadas.

En España existen 75.222 unidades electorales en las que CCOO obtiene 95.000 delegados y delegadas de personal, miembros de comités de empresa o juntas de personas. Siendo el sindicato español con mayor representatividad.

Unai Sordo

Secretario General de CCOO