Es probable que en las próximas semanas proliferen referencias a estudios que aseguren la evidente causa-efecto entre la reforma laboral y la creación de empleo.
Recomiendo que, por precaución, se lean con detenimiento y no se queden en los titulares. Aventuro que la mayoría sostendrán silogismos de este tipo: “entre el año 2012 -el de la reforma laboral- y el año 2019, el Real Madrid ganó cuatro Champions League. En ese periodo el paro en España pasó del 25% al 14%. La conclusión, evidente, es que las Champions que gana el Real Madrid reducen drásticamente la tasa de desempleo en España.”
Permítase la caricatura y la hipérbole para llamar al análisis detallado. Aquí una valoración de urgencia de nuestro gabinete para contrarrestar algunas valoraciones del FMI, me temo que poco inocentes, y aireadas en un contexto muy determinado, en plena negociación para la corrección de los aspectos centrales de tal reforma laboral. Quede claro que el cuestionamiento es del informe y no de su conversión en noticia, pues los medios de comunicación se hacen eco de algo que, objetivamente, es relevante en este momento.
El informe del FMI es un ejercicio falto de seriedad metodológica. No es riguroso comparar la evolución del empleo en España, con un índice sintético de países tan heterogéneos con la economía española y entre sí (como Australia, Austria, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Islandia, Irlanda, Italia, Japón, Letonia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Portugal Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Suiza y Reino Unido), y deducir de ahí cuáles han sido los efectos de la reforma laboral de 2012.
El empleo repuntó en España por encima de la media Europea tras el fin de la crisis debido, no a la reforma laboral, sino a que aquí la caída previa fue más profunda y a la relajación de la dura política de austeridad impuesta desde Bruselas y avalada por el FMI, el cambio en el signo de la política monetaria y el viento de cola generado por la reducción del precio del petróleo y las materias primas. Desde el momento en el que se relajó el austericidio fiscal (posteriormente reconocido como equivocado hasta por sus promotores en la Comisión Europea) en 2014, el empleo y la actividad saltaron hacia arriba como una goma de la que se había estado tirando hacia abajo con políticas procíclicas.
En consecuencia, la reforma laboral no ha producido ningún impulso adicional sobre el empleo, de hecho el ritmo de creación de empleo ha sido inferior en esta salida de crisis que en las dos anteriores. El crecimiento empleo fue del 2,3% en los primeros cuatro años de recuperación (2014–2017), por debajo del 2,7% observado en los cuatro años posteriores a la recesión de mediados de los noventa (1994–1998) y al 3,5% de la iniciada a mediados de los setenta hastamediados de los ochenta (1985–1989), y que fue más larga que la última vivida por la economía española.
En cuanto a la desigualdad, España la ha recortado en la distribución de la renta menos que Portugal que, a diferencia de España, ha llevado a cabo políticas de reparto de los esfuerzos para combatir los efectos de la crisis. De los 6,4 puntos en los que aumentó la desigualdad de la renta antes de transferencias públicas entre 2009 y 2014 en España, solo se han recortado 2,2 puntos porcentuales entre 2014 y 2018, una rebaja del 34,4%. En cambio, en Portugal la caída ha sido del 40,2%. Adicionalmente, España sigue siendo en 2018 uno de los países de la UE donde labrecha entre ricos y pobres es más grande.
Las reformas laborales de 2010 y 2012 no han servido para crear más empleo sino para precarizarlo. Han provocado una fuerte devaluación salarial, con una caída del salario por realizar el mismo trabajo entre 2008 y 2017 del 10,8% en términos reales (descontada la inflación), así como un reparto desequilibrado de las cargas que han girado, sobre todo, sobre las personas trabajadoras, mientras los dividendos repartidos por las empresas seguían creciendo.Asimismo, la reformas laborales han aumentado los despidos, incrementando la rotación de los contratos indefinidos y temporales y, como señala el informe del FMI, han hecho crecer eltiempo parcial involuntario.