Tras conocer los datos de la EPA del segundo trimestre de 2025, la valoración solo puede ser positiva. Partíamos de los mejores datos de empleo de nuestra historia, por lo que los márgenes de mejora podían preverse limitados. Pero esto no ha sido así. Con un aumento más de medio millón de personas ocupadas, hemos alcanzado las 22.268.700, de las que 19 millones son asalariadas.
Se incrementa el empleo, disminuye el paro, y aumenta la población activa. La estabilidad en la contratación tras la reforma laboral está bastante consolidada. En un país que ha superado en algunos momentos de nuestra historia el 30% de temporalidad, poder hablar del actual 15% era impensable hace pocos años. Pero es que además si se redujera la abusiva interinidad en el sector público, el dato sería notablemente mejor. Porque en el privado esta temporalidad se sitúa en un 12,55%.
Insisto, desde todas estas perspectivas, y alguna más, solo es posible hacer una valoración positiva de los datos de la Encuesta de la Población Activa. Hoy la creación de empleo es consecuencia de la marcha económica, pero a su vez es principal impulsora de esa mejor marcha comparada de la economía española respecto a los países de nuestro entorno.
Y sin embargo creo que el análisis no puede quedarse aquí ni ser sólo de satisfacción. Es más, no debe ser particularmente de satisfacción sino de motivación. Y no me refiero a las sombras que persisten en los empleos que existen en España, como es el salario medio que sigue existiendo en nuestro país (en torno a los 28 mil euros anuales, pero con la mitad de la población ganando 24 mil euros o menos), o las malas condiciones laborales que aún son la nota distintiva de millones de puestos de trabajo.
La razón de que los datos de la EPA tengan que mover a la ambición es que nos muestran que el camino hacia el pleno empleo es posible. Pero sobre todo que ese camino no puede discurrir por las habituales rutas en las que se basó nuestro modelo económico: bajos salarios y precariedad contractual como ventajas comparativas para una economía que generaba poco valor, deficitaria exteriormente, en un contexto de división internacional del trabajo marcada por la mundialización y la globalización neoliberal.
Hoy hay que acuñar un eslogan como proyecto de país: Mejores condiciones de trabajo más transformación del modelo económico español, nos va a llevar al pleno empleo. Este es el gran objetivo.
Las retribuciones medias de los salarios están creciendo a un ritmo por encima del 4% anual, producto de la composición del empleo, los salarios pactados, y el volumen de empleo. Si continúa disminuyendo la tasa de paro, va a afectar positivamente a la reivindicación salarial porque las empresas van a tener que pagar mejores sueldos, y así lo reivindicaremos en el próximo acuerdo para la negociación colectiva. Además, este ciclo histórico del empleo en España ha sido compatible con una importante mejora del salario mínimo, la citada reducción de la temporalidad, una mejora de la productividad por hora trabajada, y una mejora de los saldos exteriores tanto industriales como en servicios no turísticos.
Hoy la evolución del empleo y la demanda interna del país es una variable económica fundamental. En este contexto la reducción del tiempo de trabajo o una política ambiciosa y efectiva en materia de vivienda, son dos aspectos muy importantes para mejorar la renta disponible de millones de hogares. Y aunque no lo digan (aún) una necesidad para las empresas si no quieren tener un serio (y real) problema de vacantes más temprano que tarde.
Y junto con la mejora de las condiciones de trabajo, la transformación del modelo productivo español por primera vez no es una formulación retórica. El desarrollo de un mix energético distinto con un peso creciente de las energías renovables son la oportunidad. Además, el contexto geopolítico, donde las grandes áreas del mundo están pugnando en el paradigma de preservar las capacidades propias que definen eso de “la autonomía estratégica”, hacen previsible una industrialización europea, o al menos un intento de ello. Y ahí España por primera vez aparece bien situada por las características de nuestro país. Poco gas y petróleo, pero bastante territorio, luz, sol, viento y litoral.
Las condiciones de posibilidad están ahí. Ahora como diría el otro, verás como viene alguien… y lo jode.