Llamamos a la clase trabajadora a votar. A las urnas, ciudadanas y ciudadanos. Votar sirve. Si no sirviera no hubiera sido un derecho inexistente durante la mayor parte de la historia de España. La última vez que nos lo arrebataron fueron 15.095 días, o lo que es lo mismo, 41 años, 3 meses y 28 días, sin poder ejercer el derecho al voto.
Llamamos a votar a las fuerzas progresistas. Hemos tenido desde 2019 un Gobierno de coalición que ha afrontado una legislatura inédita: una pandemia, una guerra en el este de Europa, un confinamiento, una caída de la economía sin precedentes en tiempos de paz, una inflación como no conocíamos en cuatro décadas.
Y se ha demostrado que había opciones. Que la política no estaba condenada a poder hacer solo una cosa: un determinado tipo de política. Que en circunstancias difíciles, muy difíciles, e inéditas, y de la mano de acuerdos con los agentes sociales y singularmente con los sindicatos, se podía subir el SMI o las pensiones, reducir a la mitad la temporalidad, evitar la destrucción de millones de puestos de trabajo a través de los ERTE, o reducir la inflación a través de la “excepción ibérica”.
Hoy tenemos trabajando a más personas que nunca a lo largo de nuestra historia. Gracias a que se podía elegir, se podía optar. Y se eligió bien.
Pero sobre todo hay que votar y hay que votar progresista, porque nos estamos jugando el futuro. Estamos asistiendo al proceso de transformaciones más intenso en décadas. En el que nuestro país puede jugar un papel determinante para generar más y mejor empleo, más dignidad laboral, más igualdad. Para ello necesitamos el concurso decisivo de la política, del sector público. Para impulsar políticas industriales y de desarrollo sectorial. Para reconstruir un contrato social del siglo XXI que dé sentido a la solidaridad compartida y al orgullo de país a través de su sanidad y educación pública, pero también de su sistema de cuidados, de la política de vivienda, o del acceso de toda la población, tenga la renta que tenga, a la formación, al conocimiento y a la cultura.
España es un país que puede liderar. Posiciones progresistas y de integración europea. Agendas de derechos civiles que de verdad permitan vivir en libertad e igualdad a lo que es desigual y diverso. Hablamos de políticas feministas y con perspectiva de género, hablamos de derechos LGTBI, pero hablamos de políticas igualitarias en general porque la libertad de las condenadas y condenados a la desigualdad, solo es una retórica tramposa para defender la ley de la selva.
El futuro es nuestro y lo hacen los pueblos. No retrocedamos ni en un derecho, ni en un anhelo, ni en una esperanza. El 23 de julio, tu voto cuenta lo mismo que el de los poderosos. Ejerce tu poder.