Ha transcurrido una semana desde el Consejo Confederal en el que I.F. Toxo anunciara que no iba a optar a un tercer mandato y se hiciera pública la intención de presentar mi candidatura a la Secretaría General con un importante apoyo del propio Consejo. Y restan 14 semanas para que llegue el XI Congreso Confederal de CCOO, que es donde se tendrán que adoptar importantes decisiones sobre documentos, líneas de actuación sindical y órganos de dirección para impulsarlas en los próximos cuatro años.
Ha sido una semana muy densa, con una importante exposición a los medios de comunicación. Muchas entrevistas, la mayoría de larga duración, que luego han sido resumidas por la necesaria concreción en los formatos escritos. Y en esa lógica reducción de entrevistas, se pierden matices que es importante poner de relieve.
A lo largo de la semana he tratado de poner en el foco público las prioridades de trabajo sindical. Tanto en el apartado organizativo como de acción sindical. La adaptación a la nueva tipología de situaciones en el mundo del trabajo, la necesaria flexibilidad de las estructuras y recursos del sindicato, la prioridad de la lucha contra las precariedades diversas… todo son ideas y pro
yectos que no responden unicamente a mi visión de las cosas, sino a lo que colectivamente hemos elaborado en una ponencia congresual de gran interés y potencial. Ponencia que será indudablemente mejorada en el congreso con las enmiendas presentadas y que serán votadas por las 800 personas delegadas que representan al casi millón de afiliados/as que han sido convocadas en las asambleas previas.
Igualmente será el Congreso soberano donde se decidan los órganos de dirección y la propia secretaría general. CCOO tiene un sistema democrático de elección en el que con un 10% de avales de las personas delegadas (es decir, 80 de 800) se pueden presentar candidaturas a los distintos órganos de dirección, incluyendo obviamente la propia Secretaría General.
Cabe recordar además que cuando concurren más de una lista a los órganos de dirección, la composición de estos es proporcional directa a los resultados obtenidos. Esto supone una garantía de que la pluralidad que pueda existir en el sindicato se refleja en sus órganos de dirección en una dimensión como prácticamente ninguna otra organización social (y desde luego sindical) tiene en este país.
Somos una confederación. Una organización de organizaciones donde los pasos a dar en las próximas semanas partirán de conversaciones e intercambios de pareceres con todas ellas. Construir un proyecto colectivo, compartido y diverso que dé respuesta a los enormes desafíos que tiene el mundo del trabajo en los próximos años. Ese es el reto. Y será nuestro XI Congreso Confederal el único legitimado para tomar las decisiones pertinentes.
Todas estas cuestiones puedo entender que no tengan un excesivo interés mediático y queden orilladas en las entrevistas, pero es fundamental que queden claras para preservar el absoluto respeto a nuestro Congreso.