EL BLOG DE UNAI SORDO

Unai Sordo

Secretario General de CCOO

Hoy ganamos

Intervención tras la firma del Acuerdo contra la discriminación de personas LGTBI en el ámbito laboral

Musicó Jorge Drexler un poema de Pablo Neruda que se titulaba “El monte y el río”. En él se pregunta: ¿Quiénes son los que sufren? No sé, pero son míos”.

Seguramente las personas LGTBI, el colectivo LGTBI, son quienes han sufrido a lo largo de historia de nuestro país, mayores situaciones de discriminación, acoso, estigmatización o violencia de distintos grados, por un motivo que no fuera en primera instancia, político.

Pero poco a poco, precisamente la politización de estas realidades agredidas ha permitido que España sea un país pionero en el reconocimiento de derechos de igualdad para las personas LGTBI. Es verdad: queda mucho por hacer, pero la España actual poco se parece a la que hace apenas unas décadas aun adolecía de una Ley de Vagos y Maleantes que desde el año 1954 consideraba que “el homosexual, por su condición, suponía un peligro contaminante para la moral sexual colectiva”.

Y no. No fueron los tacones de aguja, las copas de daiquiri y los condones, que ilustra en un cartel el concepto que algunos tienen de un día de reivindicación como es el Día del Orgullo, sino los disturbios de Stonewall, quienes impulsaron una comunidad que cobró conciencia de tal -la colectivizó como dirían los nuevos versionadores de Margaret Thatcher cuando decía aquello de que “la sociedad no existe, solo existen individuos y familias- y que problematizó socialmente las vivencias de tantas personas durante tantos años.

La democracia española ha avanzado notablemente en derechos para las personas LGTBI. No sin pocas resistencias, también hay que decirlo. Los sindicalistas sabemos como nadie, o como casi nadie, que un derecho se adquiere, no solo porque lo recoja una ley, sino porque existen las condiciones materiales y sociales que posibilitan su ejercicio. Si no, la libertad se queda en mera retórica. La libertad solo avanza si va de la mano de la igualdad, de la posibilidad cierta de ejercitar derechos. Y esta posibilidad cierta se puede y se debe impulsar desde las instituciones, desde el espacio público, desde las leyes, o desde los convenios colectivos.

Las empresas y los centros de trabajo son un hábitat particular. En él se establecen relaciones jerárquicas y de dependencia; es a la vez es un espacio de interacción social al que se acude -las más de las veces- por la necesidad de procurarse un sustento; en las empresas se generan relaciones sociales, situaciones de desigualdad, incluso de discriminación, de acoso, de estigmatización. Y a diferencia de otros espacios sociales, no se puede elegir fácilmente si acudir o no acudir a trabajar.

El sindicalismo confederal no permanece, no puede permanecer ajeno a estas situaciones.

Necesitábamos dar cuerpo a una herramienta que impulsara medidas planificadas para alcanzar la igualdad efectiva:

  • Obligación de tener medidas que garanticen la igualdad real de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI. Estas medidas se pactarán a través de la negociación colectiva. Por esto es tan relevante que el acuerdo sea tripartito, y desde CCOO nos felicitamos por ello.
  • Protocolos contra la violencia y el acoso, donde se identifiquen prácticas preventivas y mecanismos de detección y de actuación frente al mismo. Se ha demostrado la utilidad de estos protocolos, de pautas de actuación sistematizadas, a la hora de poner coto a estas situaciones en otros contextos, sin ir más lejos en la violencia de género.
  • Es necesaria la formación para la igualdad, incluyendo módulos específicos sobre los derechos de las personas LGTBI, en los planes de formación de las empresas. Conocer y tomar perspectiva de la desigualdad es necesario para su erradicación.

Vivimos tiempos complejos y de incertidumbres. Y a veces, ante la falta de certezas, los seres humanos tendemos a refugiarnos en viejos enclaves de seguridad: cuando todo era simple, previsible y homogéneo.

Por eso en este siglo XXI, cuando se han dado los mayores avances en igualdad de derechos civiles, a la vez se refuerzan ideas reaccionarias que amenazan esos derechos de igualdad. Por eso el machismo o la homofobia, a veces parecen repuntar cuando a la vez, el sentido común de época ha asumido que la libertad afectivo sexual, forma parte de los principios de convivencia democrática básicos.

Esa aparente paradoja, que por ejemplo provoca que cuando más intensas son las políticas de igualdad, más violencia contra las mujeres o más violaciones se denuncian, no es producto de hacer las cosas mal ni de la no efectividad de las medidas impulsadas. Todo lo contrario. Es señal de que vamos ganando. Dramática señal, si se quiere, pero señal de que esto no tiene marcha atrás.

Porque igual que hoy se considera violencia sexual lo que antes se toleraba, hoy se considera políticamente incorrecto lo que antes eran cánticos populares contra la homosexualidad, hoy se considera intolerable el señalamiento al diferente.

Porque, aunque a veces pueda parecer que no es así, aunque el riesgo reaccionario esté ahí -a veces incluso en las instituciones-, hay caminos que no tienen vuelta; como dicen que dijo Galileo Galilei “eppur si muove. Y sin embargo se mueve.”

Eso sí, “quien no se mueve, no siente las cadenas”. EL movimiento LGTBI se ha movido, ha sentido las cadenas, y va ganando. Vamos ganando. Y hoy ganamos.

Unai Sordo

Secretario General de CCOO