El INE acaba de publicar el adelantado del IPC de septiembre y sitúa su variación anual en el 4%, siete décimas más que el observado en agosto. Este incremento de precios es una pésima noticia para las rentas más modestas: salarios, pensiones mínimas y en general, todas aquellas situaciones donde un incremento de este tipo (centrado además en bienes básicos como la electricidad) supone una merma de rentas que dificulta la supervivencia.
En este momento, el alza de los precios es un fenómeno internacional. En agosto la Eurozona registró una inflación del 3% y EE.UU. del 5,3%.
Y las causas de la subida tienen un origen también internacional. Detrás están el aumento del precio de las energías de origen fósil (fundamentalmente gas y petróleo) que se traslada a la factura eléctrica, y de algunas materias primas y productos básicos para la producción (microchips) resultado de la ruptura en las cadenas de suministro internacional, provocada entre otras circunstancias por la escasez de contenedores ante el acaparamiento que ha hecho China.
En una entrevista realizada en Onda Madrid me preguntaban sobre los efectos que podría tener este incremento de los precios. Entre otras consideraciones he apuntado que espero que este dato del IPC no anime a algunos a defender que hay que restringir demasiado pronto las políticas expansivas. Es decir, que hay que volver cuanto antes a políticas de reducción acelerada de déficit y deuda pública, como paso previo a la política de recortes. Algunos (no lo digo por la entrevista) se les nota ansia e impaciencia porque haya un cambio en el modo de enfrentar esta crisis (donde los recursos en común y los servicios públicos han jugado un papel determinante) y volver a la ortodoxia que ya conocimos en el año 2010 y que tuvo efectos tan devastadores.
Conviene hacer algo de pedagogía al respecto, para que nadie -aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid- pretenda limpiar la palangana de agua sucia tirando al niño por el retrete.
La inflación de precios tiene tres causas básicas: inflación de costes (cuando los precios aumentan porque se incrementa el coste de un insumo básico), inflación de demanda (cuando se incrementa la demanda de manera estructural y la oferta no crece al mismo ritmo produciéndose una presión al alza sobre los precios) e inflación monetaria (cuando el aumento de la liquidez monetaria se traduce en un incremento del crédito a consumidores y empresas con el que se financian bienes o servicios a precios inflados, como ocurrió durante la burbuja inmobiliaria).
Actualmente en España e internacionalmente se enfrenta una inflación de costes provocada fundamentalmente por el incremento del precio de la energía. La inflación no es de demanda pues está aún se está recuperando, ni monetaria a pesar de la expansión cuantitativa del balance del BCE pues no está suponiendo un incremento en paralelo del crédito.
Cuestión claves es saber si esta inflación es permanente o pasajera y, en este último caso, hasta cuándo va a durar. Tanto la Reserva Federal americana como el BCE sostienen que se trata de un fenómeno temporal. La baja inflación subyacente (sin alimentos elaborados ni energía) refuerzan esta tesis. La inflación subyacente prevista para septiembre es del 1% para España y, en agosto, del 1,6% en la Eurozona y del 4% en EE.UU.
En este último caso la inflación parece tener una raíz más estructural, pero aun así la FED sostiene que las causas son pasajeras y se diluirán cuando se acomoden las cadenas de suministro. En esta línea el BCE prevé un incremento de los precios del 2,2% para este año y del 1,7% para el que viene. En el caso de España las previsiones apuntan al 2,4% este año y el 1,6% el que viene cuando se comparen precios altos de la energía con precios altos. No hay que olvidar que este año comparamos precios extraordinariamente altos con precios extraordinariamente bajos como resultado de la pandemia.
Es decir, a priori no parece que la inflación vaya a convertirse en un fenómeno permanente en Europa o España. Quienes se basen en la situación de coyuntura para solicitar una consolidación fiscal acelerada, estarán haciendo una lectura precipitadamente interesada del momento, para tratar de llevar el agua a su molino ideológico.