InfoLibre publica un extracto de ¿Un futuro sin sindicatos?, de Unai Sordo, editado por Catarata y en librerías a partir del 3 de junio. En el libro, construido en formato entrevista y con prólogo y epílogo de Bruno Estrada, el secretario general de Comisiones Obreras analiza algunos de los principales desafíos del sindicalismo actual, como la caída en afiliación, el rol de los grandes sindicatos durante la crisis económica o el papel de la mujer en estas organizaciones. En el fragmento recogido, Sordo aborda la transformación del mundo laboral generada por las innovaciones tecnológicas.
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Robotización y digitalización. ¿Una amenaza?
¿Qué aspectos de la introducción de la digitalización, la robotización o la inteligencia artificial en la actividad productiva pueden ser una amenaza para la acción sindical?
La idea de que los robots terminen sustituyendo a la fuerza de trabajo humana ha estado alimentando utopías y distopías durante décadas. El avance de la automatización y la inteligencia artificial ha hecho proliferar las advertencias que predicen un impacto negativo en el trabajo, en su calidad y remuneración, e incluso la desaparición de un porcentaje muy alto de empleos no calificados en sociedades avanzadas. Creo que estas advertencias deben ser consideradas, pero también dimensionadas.
No hay que olvidar que cada año se crean cerca de 40 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Hay 823 millones más de trabajadores que hace veinte años. Hoy hay un total de 3.190 millones de trabajadores en el mundo. En un escenario de potencialidades y riesgos, es evidente que habrá empleos y competencias que serán redundantes, otros que adquirirán más relevancia y otros que emergerán como verdaderas innovaciones. Pero muchas de las dinámicas emergentes no son nuevas; lo nuevo del actual cambio tecnológico es que los trabajadores no están compartiendo los beneficios generados.
El propio Paul Krugman dice que cada vez más economistas están de acuerdo en que uno de los factores clave en el estancamiento salarial ha sido la disminución del poder de negociación de los trabajadores, que tiene causas políticas. Es cierto que hay cambios profundos en el mundo del trabajo, pero tienen más que ver con la política y el poder que con la tecnología.
Si la robótica y la digitalización estuvieran cambiando todo dramáticamente, veríamos un fantástico crecimiento de la productividad y no lo vemos. En los Países Bajos, en Francia, en Italia, en Alemania, en los años sesenta hubo aumentos anuales de la productividad entre el 4-6 por ciento. Desde el año 2000, estos países están teniendo aumentos de productividad anuales inferiores al 2 por ciento. En Estados Unidos, todo el mundo lleva bastantes años hablando de que están cayendo las tasas de crecimiento de la productividad.
La convergencia de las tecnologías desplegadas por el desarrollo de la digitalización (Big Data, Artificial Intelligence) permitirá que la producción industrial en el futuro se caracterice por procesos muy flexibles que facilitarán una fuerte individualización de los productos, generando un valor intangible (diferenciación, personalización, velocidad de entrega) a los bienes industriales y de servicios tradicionales. No obstante, la creación de este valor intangible solo será posible si hay una distribución más equitativa de la productividad generada.
En todo caso, los sindicatos no podemos obviar que la digitalización permite una gran captura de datos por parte del empresario que debe negociarse con los representantes de los trabajadores, en relación a la salud y seguridad en el trabajo, transparencia y accesibilidad de los datos obtenidos, la privacidad, seguridad y confidencialidad, a la propia transparencia algorítmica, incluido el derecho a impugnar cualquier decisión relativa a esta que les concierna.
Asimismo, hay una gran incertidumbre en cuanto a las habilidades digitales que requerirán las y los trabajadores en el futuro. En ningún caso se puede achacar a una descualificación digital el actual estancamiento salarial en gran parte del mundo desarrollado.
En este sentido, resulta muy interesante un reciente estudio para el Reino Unido, a partir de 41 millones de anuncios de trabajo online emitidos entre 2012 y 2017, que llega a varias conclusiones interesantes sobre los empleos que se espera que crezcan en los próximos 10-15 años: 1) las ocupaciones que más van a crecer son aquellas en las que se utilizan habilidades digitales para tareas no rutinarias, solución de problemas y creación de productos digitales y audiovisuales; 2) sin embargo, el análisis también muestra que disminuirán de forma importante determinadas ocupaciones que son intensivas en algunas cualificaciones digitales rutinarias, como las relacionadas con la utilización de programas informáticos con fines administrativos (nóminas, contabilidad, cadena de suministro, ventas); 3) por último, también muestra que crecerán ocupaciones que actualmente no son digitalmente intensivas, y que están relacionadas con los servicios directos a las personas.
Por eso, frente a los cambios tecnológicos, resulta imprescindible reforzar el mermado poder de negociación de los sindicatos; creo que no se trata solo de recuperar capacidad de negociación perdida, sino de afrontar una profunda modernización de las relaciones laborales que democratice las empresas.
¿Puede haber otros aspectos positivos? ¿Qué nuevas formas de acción sindical se plantea CCOO?
Creo que la robotización y digitalización de una parte creciente de los procesos productivos también debe ser un estímulo para que los sindicatos pongamos en valor la inteligencia emocional que los trabajadores aportamos al trabajo, cuya remuneración a menudo está infravalorada por parte de las empresas.
Las empresas, como el conjunto de nuestra sociedad, reconocen en mucha mayor medida, sobre todo en términos retributivos, la inteligencia racional que ha sido validada a través de un sistema de formación reglado. De esta forma, los sindicatos lograrían un reparto más igualitario de esta nueva “productividad emocional”.
Asimismo, hay muchas herramientas digitales que permiten que las plataformas se conecten con los trabajadores y que también sirven para que los trabajadores se organicen alrededor de reclamaciones colectivas; las hay que permiten que los trabajadores migrantes se relacionen entre sí para demandar condiciones de trabajo más justas, otras que proporcionan acceso a servicios legales.
Como decía en la respuesta a la primera pregunta, el movimiento sindical organizado debe aprender a utilizar esas nuevas herramientas digitales. Hay varios ejemplos de cómo la cooperación entre los sindicatos y los trabajadores de la plataforma puede promover y fortalecer la negociación colectiva, los derechos de los trabajadores y ayudar a regular el trabajo informal. Uno de estos casos es la lucha por la plataforma en línea danesa Hilfr.dk, que proporciona servicios de limpieza en casas particulares para alrededor de 1.700 clientes en todo el país. A partir de agosto de 2018, más de 400 trabajadores que alguna vez fueron considerados freelancers ahora son considerados empleados, disfrutando de importantes garantías bajo un nuevo convenio colectivo.
Otros casos no son tan exitosos; por ejemplo, los estudios realizados sobre los trabajadores de plataforma en el sector doméstico llegan a la conclusión de que las herramientas digitales online son útiles para socializar y resolver problemas, pero no tanto para organizar a los trabajadores y promover cambios más estructurales en la negociación de las condiciones de trabajo. Parece que estas herramientas digitales en entornos laborales organizativamente desestructurados obtienen muchos menos éxitos.
Las ideas no viven sin organización, incluso en el mundo digital.